BMW Motorrad y Joy Lewis ya despertaron emociones en la primera parte de esta crónica. En ella, hablamos un poco más sobre las carreras y motos vintage que mueven la ciudad de Tokio en Japón. Ahora, es momento de descubrir un poco más acerca del arte de la personalización.
Durante muchos años, el artista japonés Daisuke Mukasa se ha dedicado a salvar las motos clásicas de la extinción. Todo esto con la ayuda del equipo Curry Speed Club, quienes devuelven las motos a las pistas de carreras. La crónica continúa en la tienda Animal Boat que, de acuerdo a BMW Motorrad y Joy Lewis, es un paraíso para los aficionados del estilo vintage.
Mukasa no tiene idea de cuántos metros cuadrados tiene la tienda: «Medimos en tatamis, no en metros cuadrados». Para ser más explícitos, los tatamis son esteras de paja de arroz de diferentes tamaños estándar que sirven como unidad de medida en Japón. Sin embargo, esta pequeña tienda es toda una isla del tesoro, y debe medir aproximadamente 50 tatamis (unos 80 metros cuadrados).
El lugar, sumamente discreto, se ubica en una transitada carretera en el barrio de Ōta, en el sur de Tokio. Antes de ingresar, puedes disfrutar de unas cuantas motos antiguas a la izquierda y la derecha. Detrás de la puerta de madera y cristal hay una mezcla entre museo y desguace. En este pequeño espacio, este artista de 46 años atesora tanto motos como piezas, muchas de las cuales tienen más años que él.
Dentro de la tienda, hay un pequeño camino entre el mostrador y el taller en el que Daisuke pone en práctica su arte. La mayoría de las motos (alrededor de 50) se encuentran en la parte trasera de la tienda. Se puede ver amontonadas, algunas encima de otras, y con una barra de acero sosteniéndolas.
Al igual que las motos, los sistemas de escape y los revestimientos cuelgan del techo, mientras que depósitos abollados, relojes analógicos y guitarras adornan las paredes. Al ingresar, te da la sensación de estar en una exposición de arte retro-chic. En la pared que hay tras el mostrador, se pueden ver vitrinas llenas de coches de juguete, todos en sus cajas originales.
Una vez que tus abrumados ojos se acostumbran al caos, empezarás a distinguir cierta idea de orden. En este pequeño taller, todo tiene su sitio. «En Tokio, estamos obligados a tenerlo todo ordenado y bien organizado», afirma Daisuke. El espacio en esta ciudad es escaso y caro, por lo que debe aprovecharse al máximo.
El arca de Noé de las motos
Daisuke abrió la tienda en 1995, después de haber trabajado como mecánico en una tienda de motos de Tokio. «Empecé a conducir motos a los 19 años. Tenía una Honda CB 400. Las motos cambiaron mi vida por completo, pusieron mi mundo patas arriba». Este es el lugar ideal para clientes y motos que no tienen cabida en el mundo tecnológico de la ciudad. «Básicamente, es un arca de Noé de las motos», dice Daisuke son voz calmada, como si sus historias estuvieran hechas del cristal más frágil.
Perilla, ropa negra, gorra de visera plana, tatuajes… Su carácter prudente contrasta con su aspecto duro. Entre los accesorios que utiliza, se encuentra un collar con una pequeña calavera y dos tibias cruzadas que le dan suerte en la pista de carreras: «Cuando abrí la tienda, no tenía dinero para motos nuevas que fuesen caras, por lo que compraba motos viejas, las restauraba y las personalizaba. Me sentía como si las estuviese rescatando».
«Animal Boat es como el arca de Noé de las motos antiguas. Y, de la misma manera que Noé rescataba animales, yo rescato motos clásicas».
Daisuke Mukasa, artista de la personalización y corredor de carreras vintage.
Jornadas indefinidas
En la tienda de Daisuke se trabaja a partir de las 11 de la mañana. Sus clientes son apasionados de las motos vintage y confían en su experiencia en materia de personalización y restauración. Según lo que dijo para BMW Motorrad: «Lo bueno de la personalización es que cada cliente viene con ideas diferentes. Algunos buscan velocidad, mientras que otros ya tienen un aspecto determinado en mente. Siempre trato de superar un poco las expectativas». Por supuesto, una actitud característica de los japoneses, siempre hacer algo más de lo necesario.
Para abrirte hueco en la escena custom de Japón, debes superarte a ti mismo y, sobre todo, trabajar duro. «Cierro a las nueve de la noche y sigo trabajando en las motos hasta medianoche. A veces se hace tan tarde que tengo que dormir allí. Tengo una cama en la parte trasera». Los artistas de la personalización no iban a ser una excepción a esta norma, sino más bien lo contrario. Daisuke señala una puerta oculta en la esquina de la parte de atrás. «Aquí me siento como en casa».
Fueron Daisuke y sus amigos quienes crearon el Curry Speed Club. «Siempre que nos reuníamos, alguno solía traer curry para el resto», cuenta Daisuke entre risas. «Disfruto participando en carreras con mis amigos. El respeto que nos tenemos es algo positivo en la pista. Además, un poco de rivalidad puede ser beneficiosa para una amistad».
Una forma de relajarse
Daisuke cuenta con poco tiempo para montar su moto. Por eso trata de reunirse con sus amigos para conducir por las noches. Él comenta: «Por la noche, tenemos la calle para nosotros solos. Me encanta recorrer el Gate Bridge hasta Yokohama, o atravesar túneles». Son varios los motociclistas que se reúnen por la noche en uno de los túneles de Tokio. Lo hacen para disfrutar de la máxima libertad, mientras cruzan los túneles envueltos en luces tenues y el sonido de los motores. Es aquí donde Daisuke extrae la energía necesaria para el día siguiente y los nuevos desafíos que le esperan en el taller.
«Los artistas de la personalización no solo nos exigimos mucho a nosotros mismos, sino que los clientes también esperan un trabajo perfecto. Esa atención al detalle es muy habitual en Japón, es algo que llevamos dentro». Sin embargo, Daisuke no cree que los detalles sean lo único que hacen que una moto sea perfecta. Por encima de todo, la moto debe tener un aspecto bien equilibrado: «Es cuestión de equilibrio y armonía. Las piezas individuales deben ser buenas, pero quiero que todo encaje y fluya».
Pistas llenas de Rock & Roll
Las carreras son una actividad que mantiene activa a la gente en Japón, sobre todo a los jóvenes, ya que son asequibles. Por esa razón, la mayoría de los pilotos de las B.O.B.L. tienen entre 20 y 40 y las mujeres también desempeñan un papel importante. Las carreras se celebran durante todo el día. El Curry Speed Club compite contra equipos de la talla de los Cool Beans o los chicos de Drive Thru.
Por supuesto, el aire está repleto del humo de las motos, el cual se mezcla con la niebla tan habitual de las regiones montañosas de Japón. De acuerdo a BMW Motorrad, los pilotos llevan las motos más allá del límite. Es decir, los pedales arañan el suelo y los motores aúllan. «Me encanta sumergirme en esa época. Por aquel entonces, la velocidad resultaba divertida, podías disfrutarla. También disfruto del estilo, algo que también me resulta importante», afirma Daisuke.
Por supuesto, el ambiente es sumamente vintage: las motos, las herramientas, la ropa, el Rock & Roll… «Toco la guitarra y compongo mucha música con mis amigos. A veces, me viene una canción a la cabeza en mitad de una carrera y entonces ya me siento totalmente en mi salsa». Quizás es una particularidad típica de los japoneses, pero apenas muestra la fuerza de sus emociones cuando afirma, con calma pero seguridad, que la tecnología clásica no desaparecerá nunca. «El sonido traqueteante y entrecortado del motor es fiel a nuestra intuición. Nos da buenas sensaciones». Incluso aquí, al borde de la pista de carreras, Daisuke apenas alza la voz por encima del volumen normal.
Un estilo antiguo que vuelve a las carreras
Cuando evocamos el panorama de competición de los 70, no podemos evitar pensar en Japón, donde se inventaron las motos modernas y se está resucitando el espíritu de esta época. Sin embargo, La R nineT Racer revive los primeros días de las superbikes. No podemos sacarnos de la cabeza las espectaculares victorias de la BMW R90 S en Daytona y la Isla de Man en 1976.
Según BMW Motorrad, el aire en el Fuji Speedway es frío y claro. La montaña más alta del país, el monte Fuji, se alza de manera impresionante en la distancia. El volcán sagrado del país se encuentra oculto por las nubes, por lo que deberás tener paciencia si quieres ver la nieve que cubre la cima. Algún tiempo atrás, el piloto japonés Hideo Kanaya compitió aquí en su primer mundial de motociclismo y terminó en una sorprendente tercera posición en el Gran Premio de Japón. Ahora, casi 42 años después, está resurgiendo la idea de las carreras en el Fuji Speedway.
Diversión, velocidad y estilo en una sola idea
La R nineT Racer es el nuevo modelo que hace honor a las motocicletas deportivas de los años setenta. Joy Lewis, la piloto amateur que rinde homenaje al concepto de libertad y amistad, saca su moto del furgón con la intención de prepararse. Ella comentó al contemplar por primera vez su moto: «Aquella década fue realmente importante en la historia de las motos de carreras. Allanó el terreno para todo lo que implican las carreras de hoy en día». Más autobuses pequeños se detienen a derecha e izquierda del furgón. Daisuke Mukasa y otros miembros del Curry Speed Club están ocupados colocando números de competición en sus motos de estilo vintage.
Luego, se ponen unos trajes de piel descolorida que parecen mucho más viejos que ellos. «El cosplay es típico de Japón. La palabra proviene del inglés ‘costume’ (disfraz) y ‘play’ (juego)» comenta Tadashi Kono, reportero de motociclismo y experto reconocido en la escena motera japonesa. «El estilo es importante. La gente que pilota motos vintage suele vestir prendas retro». Tras este pequeño descanso, Tadashi se apresura a dar algunas indicaciones finales sobre la ruta a Daisuke Mukasa y Shiro Nakajima. La acción está a punto de comenzar. Carreras vintage en el Fuji Speedway.
Grandes avances con la BMW R90 S
BMW desarrolló la R 90S, una potente moto deportiva, en 1973. Por supuesto, la máquina causó una auténtica sensación entre los aficionados y fanáticos. Además, supuso un gran golpe para sus rivales asiáticos al presentar características sorprendentes para la época: 67 hp, 898 C.C carburador Dell’Orto de 38 mm, carenado del puesto de conducción y elegante acabado en color plata ahumado.
Para 1976, durante el campeonato de superbikes de EE.UU, la R90 S fue una de las motos presentes en la pista. «Las motos japonesas tenían mucha más potencia. Todo el mundo creía que ganaría Kawasaki», afirma Tadashi.
Sin embargo, la carrera fue ganada por el piloto Steve McLaughlin, quien condujo una R90 S. Por otro lado, Reg Pridmore consiguió el título de primer campeón de superbike de los EE.UU. al final de la temporada. «Los motores de las motos japonesas eran demasiado pesados para el chasis. Los fabricantes buscaban todavía más potencia, pero no funcionó. Las motos estaban fuera de control y eran muy difíciles de manejar. Por su parte, BMW encontró el equilibrio perfecto entre potencia, manejo y fiabilidad. Por eso ganaron», recuerda Tadashi. Ese mismo año, Hans-Otto Butenuth y Helmut Dähne registraron los tiempos más rápidos en el Production TT de la Isla de Man, convirtiendo la R 90 S en una leyenda.
Correr por diversión.
Las históricas motos de los setenta están resurgiendo por todo el mundo, sobre todo en Japón. Aquí, las carreras vintage han regresado de lleno. «Las carreras vintage son muy populares aquí. Hay muchos pilotos jóvenes, y aparecen cada vez más. Para ellos, las motos antiguas son novedosas y recientes», apunta Daisuke Mukasa. Por su parte, Tadashi también cree que las carreras vintage son tan populares porque son una manera de escapar de las tecnologías modernas. «La ciudad de Tokio se encuentra sobresaturada con las últimas tecnologías, que van quedando obsoletas de un día para otro. Es imposible mantenerse al día, y por ello ha surgido este contramovimiento. Hace cien años, cualquier japonés sabía celebrar una ceremonia del té y atarse un kimono. Yo no sé hacer nada de eso, y me parece muy triste. Necesitamos más objetos analógicos en nuestras vidas».
Shiro Nakajima, el reconocido artista de personalización de 46Works y creador de una de las R nineT más exitosas del proyecto japonés R9T, es un amante de las motos de estilo vintage. Durante años, perteneció a los equipos japoneses de carreras vintage. «Suelo usar mi R 90/6 para conducir a diario. La tengo desde hace casi 20 años y estoy demasiado unido a ella. La R 75/5 es la que uso para las carreras vintage». dice.
Finalmente, y luego de tanta aventura, complicidad y libertad, al final de la tarde, el sol desaparece tras el monte Fuji. La montaña y la pista de carreras se iluminan con una tenue luz roja. El entorno en el Fuji Speedway se vuelve mágico mientras los corredores vintage se enfrentan a las últimas vueltas alrededor del circuito. En Japón parece no importar ni el tiempo, ni los rivales. Aquí solo se concentran en una cosa: el espíritu de las carreras que predomina entre la amistad y la libertad.